El planteamiento de IU no carece de cierto sentido, pues intentar que sean solo los ciudadanos los que paguen el habitual despilfarro de los distintos gobiernos nacionales, regionales, diputaciones y locales prueban, además de los pésimos gestores que son, que no tienen intención de solucionar de una vez para siempre el elevado coste que supone para los españoles mantener este estado sobredimensionado por los reinos de taifas que conforman las autonomías y sin entrar a fondo en reformar de verdad la administración para evitar tantas duplicidades y gastos innecesarios.
Lo que cabe preguntar a los miembros de IU (y al resto de los partidos) es por qué no predican con el ejemplo; por qué siendo parte del gobierno andaluz no fuerzan drásticamente el adelgazamiento de la administración y, dando ejemplo, renuncian a la financiación que reciben directamente como partido político e indirectamente a través de sus asociaciones y sindicatos afines.